En el primer número de la revista Zéjel, en el invierno de 1996, apareció un texto de Donald Carroll titulado Varian Fry: Salvador de intelectuales judíos, en el que se narra la interesante historia sobre este personaje norteamericano cuya labor salvó la vida de algunos intelectuales en peligro debido a la persecución de los nazis.
A partir de hoy, cada semana compartiremos contigo una parte de este interesante texto. Aquí tienes la segunda entrega.
Varian Fry: Salvador de intelectuales judíos (4a parte)
Donald Carroll (Transcripción por Carmen Peña)
Si te perdiste alguna de las partes anteriores de este serial, puedes checarlas aquí:
Comienza la salvación
El primero en usar la composición de Freier fue Konrad Heiden, el hombre que había revelado al mundo la verdadera naturaleza de Hitler en su excelente biografía, Der Führer. De todos los refugiados, probablemente ninguno corría tanto peligro como Heiden. Obviamente, él no podía viajar con su nombre y Freier le preparó un juego completo de documentos. Así que el hombre que salió de Marsella era un hombre de negocios llamado Silberman. Logró llegar a Lisboa. En rápida sucesión siguieron a Heiden Hans Natonek, Emil Gumbel (el gran matemático cuyo declarado pacifismo había provocado disturbios en Heidelberg), Otto Meyerhoff (bioquímico galardonado con el Premio Nobel) y los novelistas Leohard Frank, Alfred Polgar y Hertha Pauli. Ellos también lograron llegar sanos y salvos a Lisboa. El negocio clandestino de Fry marchaba bien.
En nuestra cuenta de Instagram, te contamos sobre nuestros acervos de martes a viernes. Síguenos para no perderte de contenido exclusivo de allí
En tanto la mayoría de los refugiados hubiesen dado cualquier cosa por escapar, unos pocos tenían sus temores. Entre los más destacados estaban Franz Werfel y Henrich Mann. El pesimista de Werfel probablemente hubiese tenido dudas acerca de cualquier plan; sin embargo, en este caso sus inquietudes se justifican: había sufrido un grave ataque cardiaco dos años antes, tenía sobrepeso y la presión sanguínea peligrosamente alta. Los rigores de viaje, especialmente subir hacia la frontera, podrían ser demasiado para él. A Mann, de casi 70 años y débil salud, también le preocupaba su capacidad para soportar el largo y cansador viaje. Fry solo los pudo convencer ofreciéndose a viajar con ellos.
Así, a las 5 a.m., del jueves 12 de septiembre de 1940, un pequeño grupo se reunió en la esquina de la Gare St. Charles. Allí estaban Varian Fry, Franz y Alma Werfel, Henrich y Nelly Mann y Golo, hijo de Thomas Mann. A pesar de las súplicas de Fry para que se llevaran con ellos solo lo indispensable, había una pila de 12 maletas, todas ellas pertenecientes a Alma. A las 5:30 a.m., los seis y el equipaje de Alma abordaban el tren.
Recordemos juntos a Stan Lee, el judío que cambió la cultura desde el comic
En las últimas horas de la tarde el tren llegó a Cerbére. Después de dejar el equipaje de Alma en custodia, el equipo se dirigió al hotel para pasar la noche. A la mañana siguiente, al reunirse para el desayuno, Alma deparó a Fry otra desagradable sorpresa: vestía un llamativo y deslumbrante vestido blanco para subir las montañas. Para empeorar las cosas, Nelly Mann entró en un ataque de pánico al darse cuenta que ese día era viernes 13.
Después de un tenso desayuno, Fry condujo al grupo al cementerio del pueblo, un enclave de ornamentadas tumbas que colgaban de la montaña y miraba hacia la bahía, rodeadas por un muro. Allí les explicó una vez más el procedimiento. Luego volvió al pueblo para acompañar el equipaje de Alma en el corto recorrido en que cruzaba el túnel a Port – Bou en España. Antes de que se pusiera el sol, Fry y los fugitivos se habían reunido. Dos días más tarde, ya se encontraban en Lisboa.
Una vez en Lisboa, Fry entrevistó a los refugiados para saber si habían encontrado peligroso en el camino. Cada persona tenía una historia distinta de contar, pero la única que realmente asustó a Fry fue la última: un grupo, que había tratado de cruzar la frontera un día después que el grupo de Fry, informó que al llegar a Cerbére, éste estaba lleno de alemanes. Por lo tanto, había pasado la noche en las montañas al oeste del pueblo y solo habían logrado huir acercándose al puesto fronterizo español desde el interior. Lo que preocupaba a Fry era que varios refugiados más, entre ellos Lion Feuchtwangwer, un destacado novelista histórico cuyos libros constituían una anatema para los nazis y en cuya suerte se interesaba particularmente Eleonor Roosevelt, también debía partir en los próximos días. ¿Qué sucedería si caían en una trampa? La pregunta de Fry pareció encontrar respuesta en un titular del New York Times: “Feuchtwanger en Berlín, en manos de la policía”.
En nuestro canal de Youtube puedes encontrar los videos de nuestras actividades, eventos y cápsulas sobre personajes judíos destacados y más
De regreso en Marsella, Fry supo, para su gran alivio, que Feuchtwanger se encontraba a salvo en Lisboa. Sin embargo, la historia pudo tan fácilmente ser verdad que Fry decidió de inmediato cambiar la ruta de escape. La dificultad residía una nueva ruta que cruzara los Pirineos.
La solución la dio una joven pareja alemana: Johannes y Lisa Fitko. Johannes Fitko había sido un destacado periodista y activista socialdemócrata en Berlín hasta 1933. Poco después de que Hitler conquistó el poder, los nazis dictaron una ley que imponía la pena de muerte a cualquier persona que fuese “autor intelectual” de un crimen con pena de muerte. Dentro de pocas semanas, esta ley se utilizó para deshacerse de Fitko. Un nazi fue asesinado en Berlín – por otros nazis, según resultó – y se culpó del crimen a un artículo escrito por Fitko. Este se vio forzado a huir a Viena, en donde se enteró que había sido condenado a muerte in absentia y donde conoció a Lisa.
Si lo que te interesa es conocer sobre literatura alemana, checa lo que te contamos sobre Heinrich Heine
Durante los siguientes siete años, Fitko siguió escribiendo artículos contra los nazis; tanto que la Gestapo lo perseguía por Checoslovaquia, Austria, Suiza, Francia, Alemania, Holanda y finalmente Francia. Al igual que muchos, la pareja terminó en Marsella. Pero a diferencia de los demás, ellos tenían mucha experiencia en cruzar fronteras con la Gestapo a sus talones. Así, cuando ‘Sonrisal’ descubrió que ellos ya habían explorado los Pirineos orientales en su propia huida, inmediatamente los llevó donde Fry, quien convenció a los Fitko de que atrasaran su salida para ayudar a guiar a otros en el cruce de la frontera.
Así, a finales de septiembre salieron de Marsella hacia Banyuls, un pueblo costero a pocas millas de Cerbére. Allí, con la ayuda de documentos falsificados, se instalaron en una casa grande y se emplearon en las viñas cercanas a la frontera. Muy pronto la casa se convertiría en un hotel de tránsito para oleadas de escritores, artistas y académicos que huían de Europa.
Antes de llegar a Marsella, a cada refugiado se le entregaba una tira de papel de color en la cual había un número. Fitko tenía la otra mitad, con el mismo número. Si los números eran idénticos y los dos pedazos de papel calzaban perfectamente, Fitko Sabía que los refugiados habían sido llevados por Fry. Pasados unos días, Fitko llevaba a sus visitantes a las viñas, ya sea para “ayudar” o para “hacer un picnic”, y éstos simplemente desaparecían en las colinas. Milagrosamente, nadie fue atrapado.
Nos encantaría que seas parte de nuestra comunidad en Twitter, ¿ya nos sigues?
Dos problemas pasaron a tener mayor importancia. Uno era cómo hacer llegar dinero a Francia; y el otro, cómo evitar los mensajes. Para solucionar el problema de dinero, Fry se acercó a un conocido gánster de Córcega, un hombre que tenía el mismo problema que Fry, pero en el sentido contrario: quería sacar su dinero de Francia. Los dos hombres llegaron a un acuerdo: cada vez que uno de los conocidos de Córcega quisiera transferir fondos del país, Fry enviaría un cable al comité de rescate de emergencia para que depositara esa suma en dólares en una cuenta en Nueva York. A su vez, el Córcego entregaría el dinero a Fry en Francia.
Continuará…
Esta es la quinta y última parte de esta historia