Si todos nos propusiéramos definir a la felicidad, seguro que ninguna de las definiciones sería igual a otra, ya que cada quién tiene un concepto distinto de ella. Desde luego, es probable que haya puntos concordantes entre unas y otras descripciones, pero es casi seguro que no haya dos idénticas.
Sobre este tema, la escritora Ethel Krauze nos relata cómo puede llegar la felicidad a la vida de las personas en “Un golpe de felicidad”, un cuento breve que aparece en El instante supremo (Editorial Alfaguara), una colección de historias en la que la autora nos lleva de la mano por momentos únicos en la vida, en los cuales está presente, sin poder ser visto, un ángel.
Hoy queremos compartir contigo este breve cuento que recuperamos del ejemplar de El instante supremo que se encuentra en la biblioteca del CDIJUM, e invitarte a conocer más de la obra de esta estupenda autora.
¿Eres fan de la ciencia ficción? Conoce sobre Hugo Gernsback: el padre de la ciencia ficción
En un golpe de felicidad
Me golpeó la felicidad. Fue un día terrible. Llevo siete meses tratando de asimilar lo que pasó. He intentado sacudírmela. Hice todo lo que se debe hacer para soltarla, para que se me evaporara entre las manos. Y sí, por fin parece que lo he conseguido.
Ahora he vuelto a la tranquila melancolía cotidiana, sin peligros, sin amenazas, sin ansiedades, sin sobresaltos. Puedo preguntarme lastimeramente por qué no llega a mí la felicidad, con la ventaja de no estar temiendo perderla. Y claro, me cuido de que no vuelva a pasarme lo mismo.
Pero ya la probé… Dicen que uno queda herido por ella, que no podrá olvidarla. Tal vez sin darme cuenta estoy buscándola, poniendo de propósito mi cabeza delante de su mazo para que vuelva a golpearme. ¿Y si lo hace? ¿Sabré defenderme? ¿Podré recuperarme? Acaso ya nunca más me zafaría de sus garras.
Tal vez también te interese checar “Abogado Defensor”, un cuento de Ephraim Kishon
En cambio, la melancolía no golpea. Se asoma inadvertidamente, entra a hurtadillas, lenta, y cuando no te das cuenta ya está instalada en tu alma. Terminas por recibirla hospitalariamente, te acostumbras a ella, no puedes respirar sin su presencia.
Felicidad: si llegaras así, tal vez podría… Pero no, eres traidora, das el derechazo cuando está totalmente distraído rumiando su diaria porción de pesadumbres.
Más literatura: te recomendamos “A tiempo y no”, un relato de Alejandra Pizarnik
¿Es justo? ¿Es esto justo?, me pregunto con ira, con desamparo y… no puedo evitarlo: con un anhelo tan grande que por momentos siento que estoy acercándome de nuevo a su prohibida frontera. Comienzo a pensar que estoy condenado a transitar el mismo camino, una y otra vez, hasta caer definitivamente en el abismo.
Referencia: Krauze, E., (2002) El instante supremo, Alfaguara, México, p. 67-68.