Transcripción por Perla Trejo Hernández
De acuerdo con información del Museo Memorial del Holocausto en los Estados Unidos, la ciudad de Varsovia fue, antes del Holocausto, el centro de la vida y la cultura judía en Polonia. Algunas estimaciones refieren que cerca del 30% de la población era judía, lo que la colocaba como la comunidad más grande en Europa y la segunda en todo el mundo, por detrás de la de Nueva York.
Sin embargo, la situación cambió a partir del 1 de septiembre de 1939, con la invasión de las tropas alemanas en Polonia, iniciando las hostilidades, el acoso y la persecución de los nazis sobre los judíos polacos. Todo esto sucedía a unos cuantos días de que el pueblo judío celebrara Rosh Hashaná (año nuevo del calendario hebreo) y fue plasmado, años más tarde, en un texto publicado en la edición de septiembre de 1987 del periódico La Voz de la Kehilá, órgano informativo de la Comunidad Ashkenazí de México, cuya transcripción te dejamos a continuación.
Rosh Hashaná 1939 en Varsovia
La brutal e implacable invasión alemana a Polonia comenzó, como es sabido, el 1 de septiembre de 1939. En pocos días los nazis han conquistado grandes centros urbanos, como Lodz, Poznan, Krakow, lanzando sus divisiones blindadas en forma de abanico de fuego y muerte hacia el corazón de la infortunada nación polaca, hacia la capital, Varsovia.
En Varsovia residían más de 300 mil judíos, casi el 30% de la población total de la ciudad. Además, el número de residentes judíos se había visto aumentado con varios miles de refugiados de las ciudades occidentales del país invadido por su histórico enemigo del oeste. Los judíos varsovianos trabajaron arduamente, en agosto de 1939, cavando trincheras y preparando obstáculos contra tanques, conjuntamente con los polacos cristianos y muchas veces en franco espíritu de camaradería, por la amenaza mortal de un enemigo en común.
Durante los tremendos bombardeos aéreos de Varsovia por la “Luftwaffe” de Goering, en los primeros días de septiembre, muchos judíos fueron muertos en las calles y bajo los escombros de sus casas. Los asesinos nazis tenían en su poder planos de la ciudad y ya conocían de antemano, por sus numerosos espías y agentes, la ubicación de los barrios judíos, de sus sinagogas, instituciones y organizaciones. Estos lugares habían sido sometidos a crueles ataques aéreos efectuados por los pilotos alemanes con toda intención de matar a los judíos y destruir sus bienes materiales y espirituales.
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A mediados de septiembre, los acorralados y perseguidos judíos de Varsovia se preparaban a celebrar la fiesta de Rosh Hashaná, el comienzo del nuevo año israelita TASH (5700). No es difícil imaginar en qué situación y en qué condiciones los judíos se aprestaban a pasar el YOM HADIN (día del juicio celestial), en el que D-os juzga individuamente a cada judío por separado, de acuerdo a la tradición y las creencias religiosas nuestras) en medio de tanta destrucción y desolación.
En las avenidas y calles de Varsovia yacían cientos de cadáveres sin sepultar, el aire estaba impregnado por olores insoportables de basura, personas y animales en estado de descomposición. No se podía transitar por la vía pública, atestada por barricadas destrozadas, restos de monumentos y edificios derruidos. Las calles estaban llenas de hoyos y baches causados por las bombas y granadas nazis. Era el infierno dantesco. Los pocos civiles que se atrevían a salir de sus escondites deambulaban como poseídos por el demonio del mal, temblorosos y desorientados.
Así se presentaba el cuadro de la ciudad mártir Varsovia en vísperas del Rosh Hashaná judío en septiembre de 1939. En los templos, sinagogas y en los pocos lugares en donde los judíos se reunieron para elevar sus plegarias tradicionales a D-os, era notable el pánico y la desesperación. Envueltos en los “Talitím” (mantos de oración) millares de judíos no podían contener su llanto. La mayoría tenía que recitar el “Kadish” en memoria de sus deudos, que apenas hace unos días estaban entre los vivos.
Era impresionante ver a los niños, a los pequeños judíos que en compañía de mayores se apretujaban en silencio temeroso alrededor de las bancas y los pupitres, hambrientos y harapientos, abandonados a la buena de D-os. Era patético y conmovedor observar a esos judíos varsovianos en sus momentos de exaltación religiosa, rezando por el bien de toda la humanidad y por el fin de las maldades de los hombres.
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En los días de Rosh Hashaná de septiembre de 1939, Varsovia todavía estaba en pie de lucha contra el invasor nazi. Pero lo peor sucedió posteriormente, cuando el legendario y patriótico alcalde de la ciudad sitiada, Stefan Starzynski, anunció la capitulación ante las hordas hitlerianas…
Referencia.
La voz de la Kehilá. (septiembre de 1987). “Rosh Hashaná 1939 en Varsovia”. Hemeroteca del CDIJUM. p. 4.
Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos. (2023). Varsovia. Enciclopedia del Holocausto. https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/warsaw. Recuperado el 18 de agosto de 2023.
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