Por Francisco Javier Acosta Martínez
El pasado 27 de enero se cumplió medio siglo de la ejecución de 14 personas en la plaza de Bagdad, Irak, de las cuales nueve eran judías y las cinco restantes iraquíes. Estas personas fueron acusadas de actividades sionistas -en específico, de espionaje para Israel-.
Sin embargo, se sabe que el acoso en contra de judíos en dicho país no era reciente, ya que el gobierno presionaba de distintas formas a los casi 5000 judíos que no emigraron hacia Israel luego de su fundación en 1948.
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En México, dicha situación fue dada a conocer en el periódico Prensa Israelita en su publicación del 1 de febrero de 1969:
Abraham Darom, embajador de Israel en México durante esa época, condenó los actos cometidos por el gobierno de Bagdad, rechazó la política que tomó el gobierno norteamericano y criticó la nula condena por parte de otros gobiernos en torno a las 14 ejecuciones.
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Asimismo, Darom mencionó que desde la creación de Israel, los judíos que radicaban en zonas árabes habían sufrido persecuciones y actos represivos, situación que se agravó luego de la Guerra de los Seis Días (1967). Finalmente, agregó que el silencio había causado que se cometieran actos de violencia y persecuciones en el mundo, haciendo mención al Holocausto.
Por su parte, la comunidad Judía de México, a través del Comité Central Israelita de México, se manifestó al respecto de dicha situación y convocó a mítines en contra de los actos sucedidos en Irak. Entre los organizadores se encontraban Gregorio Shapiro e I. Z. Berebichez, respectivamente presidente y secretario del Comité Central. Tal como se puede ver en este recorte de periódico, se convocaba a la reunión el 2 de febrero en el Centro Deportivo Israelita a las 12:00 horas. El mensaje del anuncio dice:
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“El Comité Central Israelita de México, en representación del judaísmo mexicano, desea a través de usted hacer llegar a la Organización de Naciones Unidas su más profunda y enérgica protesta por los crímenes cometidos por el gobierno de Irak, ajusticiando a 14 personas inocentes bajo la burda acusación de ser espías.”
El columnista Manuel Levinsky se sumó a esta serie de protestas con un artículo titulado: Un circo repugnante y macabro. En su texto acusó al General Ahmed Hassan el-Bakr como responsable de los 14 asesinatos; señaló que los niños que se encontraban en la plaza fueron obligados a presenciar las ejecuciones, violando sus derechos; agregó que el Papa se sumó a la protesta y declaró que las prácticas del gobierno iraquí no tenían nada que ver con los espionajes, sino con actos antisemitas.
La editorial de Prensa Israelita también comentó los actos y los calificó como una “quema de brujas” en Irak, argumentando que se veía como culpables a los judíos por las derrotas de los países árabes ante Israel, dejando entrevisto que una vez más las minorías son ‘el chivo expiatorio’ de los fracasos militares, como fue el caso de Alemania después de la Primera Guerra Mundial.
Posterior al 27 de enero de 1969, el Estado de Israel comenzó a llevar a cabo una serie de acciones para rescatar a las comunidades judías que se encontraban en el resto de Medio Oriente debido al miedo de que corrieran la misma suerte que los nueve judíos asesinados en manos del gobierno de Bagdad.
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